
Lecciones del abuelo Pig.
Sin ánimo de dar “tips de flyer sin dueño” sino algunas sugerencias en las que creo, antes que nada, una frase que encontré recientemente y me pareció muy clara:
“…Deja que la vida te conmueva en lugar de tratar de conmover…”
Desde ahí, y sólo desde la propia emoción: el arte de contar.
Y lo voy a hacer con una historia [porque #siempreesmejorconunahistoria] y la iré coronando con algunas ideas de lo que yo creo debe ser ley en materia de cualquier creación narrativa.
⊕ Lo [pre] primero: si repito mucho una palabra, por más amor que le tenga, debo hacerme amiga de sus sinónimos. La misma suerte corre para emoticones. Menos, es más.
⊕ Lo primero [sin pre]: Contaré algo que sé; y lo sé porque lo veo/siento y aquí se «juega un pleno» mi rol de observadora (hacia dentro o hacia afuera). Me nutro de lo que observo; y observo cuando paro. Y paro cuando me tomo cinco minutos de la pantalla o cualquier otra cosa que se interponga entre mis ojos y mi paisaje (in/out doors). Confieso que la maternidad de niños pequeños da una buena dosis de «paros» porque los tiempos tienen otra cadencia, diferente a los ritmos adultos. La niña interna [ que deberíamos tener siempre a mano] puede ayudarnos en este cometido.
La imagen que comparto fue el disparador: fue tomada tal y como encontré la escena en el living de mi casa. No tuve que viajar a China para inspirarme: me dejé inspirar por lo que tengo frente a mí. El vínculo con el «genio» es así de inverso.
Vamos a la historia titulada «Crowded bus» ⇓:
♣ Me quedé bastante prendada de esta imagen: El abuelo Pig con esa expresión esperanzada frente a un horizonte poco ventajoso. Los ojos de casi todos clavados en su persistencia buscan leer algún interlineado oculto frente aquello que les resulta obvio, menos para él. Más allá de las buenas intenciones del chofer -que hace malabares al volante- se preguntan, ¿cuáles son las posibilidades ciertas de que ese pobre animal pueda subirse a ese colectivo? Para los que solemos ver las puertas cerradas, ninguna. Para los que nos concentramos en la luz que se cuela a través de la cerradura, alguna:
¿Y qué si en esa parada se baja todo, o parte del pasaje? Podría entonces el abuelo Pig elegir asiento.
Así, la estructura mental del emprendedor: siempre habrá una posibilidad, la flor entre las rocas, simplemente porque la semilla encontró algo de tierra fértil, tanta como necesitaba [ni más, ni menos].
Y luego los pesimistas dirán ¡qué suerte! la del abuelo Pig porque no pueden ver su resiliencia ni a las tantas personas que, frente al mismo panorama, abandonaron la parada, apesadumbrados. El abuelo Pig, el de las «nulas posibilidades», llegó primero a su destino. Nunca perdió la fe.
¿Cuál es tu actitud frente a un colectivo repleto? ¿Te animás a contar y compartir tu historia emprendedora de #crowdedbus? ♣
⊕ Segundo: ¿Por qué una historia? Porque la historia se cuela por nuestras fisuras, como la luz a la cerradura. Toca las nuestras como resortes, nos mueve. Nos tiende una mano, acaricia nuestras emociones; nos hermana en situaciones comunes, nos recuerda qué tan humanos somos más allá de todo. ¿Quién no estuvo alguna vez parada en esa fina línea llamada anhelo?
⊕ Tercero: No renunciar a la forma poética de escribir. Lo que logra la empatía y verdadera conexión en la narrativa son, al decir de Rita Segato, «las palabras como espejos». Si el que me lee no puede reflejarse en ellas, no sirve. Nuestras palabras deben seducir desde su ritmo, musicalidad, significado, interlineado, etc.
Y acá una llamadita y un ⊕ tercero bis: yo le digo sí a palabras foráneas siempre y cuando se comprendan desde algún lugar.
El título de mi historia, por ejemplo. Significa «colectivo repleto» o algo así… La traducción literal es «multitudinario». El inglés tiene eso: algunas palabras hermosas por su sonido significan algo que en español no «suena» igual. Me permito usarlas porque los sonidos de mi narración, que así sonarán en la mente del lector, también son importantes. La pregunta del millón: ¿queda gente fuera por no saber inglés? La respuesta es simple: si no abusamos del recurso, nunca quedará afuera el curioso que se detenga a leer algo más que un slogan, esto es, el público de «contenido».
⊕ Cuarto: (y pareja del pre-primero) «Genuino: Que conserva con total pureza o autenticidad sus características propias o naturales». El uso del diccionario, corrector y otros aliados similares para escribir cada día un poco mejor. Hoy las dudas se googlean: desasnarnos está a un clic de distancia. Ya no estornudamos más con la tierra acumulada sobre los tomos del diccionario enciclopédico de la biblioteca más cercana. Clic y ya. ¡¿Entonces, por qué no?!?!
Además, encontramos siempre un hilito del que podemos tirar… Por ejemplo: «Genuino (etimología) es una palabra que viene del latín «genuinus » y esta deriva de «genus» o sea linaje. De genus también nos llega la palabra gene. En la antigua Roma, genuinus era una declaración que hacía un padre de que su hijo era legítimo»…
⊕ Quinto: (y primo hermano del primero [sin pre]) Que nuestros textos sean «hijos [legítimos] nuestros», entonces 🙂
Filtro en una pregunta:
¿Tiene esto que escribimos algo que ver con nosotras?
No importa si es un disparador, una reflexión o una pregunta; si mide una palabra, un renglón o un párrafo… Pero que sea construido con mezcla propia, que rebote en alguno de nuestros resortes, que al leerlo nos pase algo a nosotros mismos. Cuando generamos contenido para otros, el empeño deberá ser mayor: debemos poder tender un lazo de empatía con el destinatario pero también con el remitente del contenido. Es un oficio para quienes ostentan habilidades de mediador, para aquellos que saben cómo acercar a las partes. Después de todo, si nos conectamos con los seres humanos detrás de los disfraces de «consumidor», «usuario», «empresa» o «marca», podremos sentir que alguien ya ha pasado por donde estamos pasando y seguramente alguien más pasará mañana, y desde ahí, bordar (sí, sí, con hilos de colores) el camino.
⊕ Sexto: (y compadre del segundo) ♦ Alguna vez leí (y no recuerdo el autor) que la creatividad es un diálogo entre el observador y el que puede cambiar lo observado. Para que estos diálogos se produzcan, nos debemos entregar frecuentemente a la introspección y para que queden registrados, es menester escribirlos ¡¡cuando se producen!! No podía faltar mi fetiche: escritura manuscrita, bien a mano, diaria y efectiva.
⊕ Séptimo mandamiento: NO ROBARÁS. Vale inspirarse, recoger el guante, citar, compartir información, pero no podemos ser una máquina de tomar lo que no es nuestro y apropiarnos como si lo fuera. Se notan esos hilos porque hacen que el contenido nos quede como «prestado», no es sentador. La tendencia es ser generosos y cooperativos, colaborar, tender lazos, aliarse. Si no sale espontáneamente, practicarlo hasta que salga. Podemos reeducarnos, en ese sentido, siempre. Ej.: en Instagram @ a quien me inspiró y agradecerle su disparador.
⊕ Octopus: Evitar exageraciones. Ni con entusiasmo ni con emoticones (ya lo dije jeje) ni con insistencia ni con juicios ni con nada. El contenido pulpo con pretensiones de agarrarnos y no soltarnos genera asfixia y ganas de escapar. Crear presumiendo siempre la libertad absoluta del otro, incluso la libertad de no leernos, de no elegirnos, de no darnos «like». Soltar el contenido cuando soltamos la tecla «send» y volver a nuestro rol de observador y a su diálogo con nuestro «innovador».
Todos sabemos gracias a Facebook y a sus «simpáticos» recordatorios que lo que contábamos hace uno o más años atrás puede no ser lo mismo que queremos contar hoy. Las historias son orgánicas: viven, respiran, se mueven con nosotros. Basta saber eso para no pretender tallar el contenido en piedra 🙂
⊕ Nueve: el molde de la torta es el «viaje de la heroína». Cualquier historia, aún la del abuelo Pig, tiene un escudo de resiliencia y una espada que allana el camino y corta la maleza. Encontrarlos y narrarlos.
Facilitarle al lector el color verde esperanza; pero que la cara se la pinte él, si así lo elige.
⊕ Dieci: Moderar la extensión. Dicen los que saben que hay que desinflar en un 10% lo escrito. Me lo contó Stephen King en su libro «Mientras escribo». A él se lo dijo alguien [no puede recordar quién] pero desde entonces sigue esa fórmula (2da. Versión= 1era. versión – 10%) porque no excederse es uno de sus desafíos más grandes [El mío también, querido Stephen].
Y, para terminar, otra de este grande: “Escribir con la puerta cerrada y reescribir con la puerta abierta”. El éter de la creación narrativa requiere cierta intimidad, como todo lo maravilloso de la vida. No se la neguemos.
¡¡A emocionarse y a narrar se ha dicho!! ♣♥ 🙂
